Los niveles de fuerza sísmica, la estimación del mayor terremoto posible en una zona determinada basada en cálculos geológicos, fueron considerados únicamente en ciertas áreas propensas a los terremotos. Pero grandes revisiones al Código Internacional de Construcción (IBC, por sus nombre en inglés), han cambiado los requerimientos, que ahora estipulan que cada proyecto de construcción, incluyendo los almacenes, deben incluir y cumplir una categoría de diseño sísmico (elementos estructurales y no estructurales diseñados para prevenir daño y pérdida de vida en caso de terremoto), incluso en aquellas zonas que no han precisado de instalaciones sísmicas en el pasado. La razón para proteger todas las zonas de los Estados Unidos es que las áreas no consideradas propensas a los terremotos (baja probabilidad, alta consecuencia), no han sido construidas para resistir sacudidas sísmicas y están muchos menos protegidas de la catástrofe.
La necesidad de construir estructuras más sólidas y estables ha resultado dolorosamente evidente recientemente. En el 2010, primero Haití y luego Chile fueron golpeados por dos terremotos de magnitud 7 y 8,8 respectivamente y en 2011 Japón sufrió uno de magnitud 9. En el caso de Japón, el triple azote del terremoto de magnitud 9, los tsunamis que siguieron y la avería de la central nuclear, resultaron en inimaginable destrucción, a pesar de los rigurosos códigos sísmicos establecidos. Pero las secuelas en los otros dos países reflejan la diferencia que la implementación de códigos sísmicos sólidos puede tener. La diferencia en destrucción no estuvo relacionada tanto con la magnitud de intensidad de los movimientos sísmicos, como con la estabilidad de las estructuras que estos países pudieron construir.
En Chile, donde sufrieron el mayor terremoto jamás registrado en 1960 (de magnitud 9.5), han tenido rigurosos reglamentos sísmicos y los recursos para implementarlos durante años. Haití, que figura como país n˚149 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, no tenía la infraestructura o los recursos financieros para prepararse para un temblor sísmico de esa magnitud y contó sus muertos en cientos de miles y las pérdidas de hogares en millones tras el terremoto. Así pues, aunque el terremoto en Haití fue menos intenso que el de Chile, la carencia de estructuras sismorresistentes trascendieron en una mayor pérdida económica y humana.
Estos acontecimientos han hecho que la necesidad de erigir estructuras resistentes a los terremotos sea más real que nunca. Empezando por el examen de las aplicaciones de los códigos sísmicos. Aunque hay elementos fuera de nuestro control (cuándo, dónde y con qué intensidad), la implementación de códigos de construcción más estrictos para espacios tanto externos (edificios), como internos (no estructurales) en el diseño arquitectónico, puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte.
Nelson Campos, director gerente para Mecalux en Chile, cree que la industria de manipulación de materiales ha cambiado de manera significativa en los últimos años. "Los clientes están más dispuestos a cumplir con la normativa sísmica desde el último terremoto," Dijo Campos, añadiendo que, "solían querer la alternativa más económica, pero ahora intentan encontrar la opción más segura."
Fabricantes como Mecalux procuran conseguir el mayor nivel de seguridad cuando diseñan instalaciones sismorresistentes y tienen en cuenta diversos componentes. Para evaluar el comportamiento de las estanterías durante un terremoto, es importante determinar los movimientos de tierra que hayan ocurrido en ese emplazamiento, los parámetros de la capacidad de carga de la estantería, la manera en que va a ser utilizada, los detalles del diseño y cualquier otra condición extrema que afecte el comportamiento de las estanterías cuando haya un terremoto. Estos factores incluyen la magnitud del terremoto, la profundidad bajo la superficie de la tierra, la distancia de la falla que generó la sacudida y las condiciones del terreno en la zona.
Greg Hajdus, ingeniero para Mecalux, señaló que cada diseño sísmico es diferente dependiendo del cliente, el producto almacenado, el peso, dimensiones, la elevación de las estanterías y, lo más importante, la ubicación del almacén. "Tenemos que tener el código postal o, en el caso de California, una dirección física específica, para determinar las consideraciones del diseño sísmico," explicó Hajdus sobre el primer paso en el establecimiento de un plan detallado. Puntales reforzados dobles o triples, placas de anclaje de mayores dimensiones, largueros diseñados para soportar flexo-compresión, son algunos de los ajustes que se realizan. Además el sistema de arriostrado tiene más grosor y es más denso.
A través del análisis sistemático de cada proyecto y basándose en las recomendaciones específicas de las regulaciones del sector, Mecalux provee las soluciones necesarias para garantizar la viabilidad y funcionalidad hasta en las condiciones sísmicas más exigentes.
Los procesos utilizados para calcular la carga de las estanterías en condiciones sísmicas varían dependiendo de si los requerimientos son de IBC (Códigos de construcción internacionales), estipulaciones recomendadas por el Programa Nacional para la Reducción del Riesgo durante Terremotos (NEHRP, por su nombre en inglés), o el estándar del RMI (Instituto de Fabricación de Estanterías). En algunos casos, hay más de un procedimiento aceptable para calcular la carga sísmica, pero todos los planos finales tienen que estar firmados y sellados por un ingeniero sísmico.
Con todas estas medidas sísmicas en efecto y un constante deseo de mejorar, estamos más seguros que nunca, incluso comprando al por mayor 15 kilos de pollo o 20 de patatas fritas.